El procedimiento para calificar el Minnesota Multiphasic Personality Inventory-2 Restructured Form (MMPI-2-RF) comienza con la recolección de las respuestas del participante, quien ha completado los 338 ítems del cuestionario en una escala de verdadero o falso. Una vez que se tienen las respuestas, el primer paso es revisar la hoja de respuestas para asegurarse de que todas las preguntas hayan sido contestadas. Es fundamental verificar si hay omisiones o patrones de respuesta que puedan invalidar los resultados. Si se omite un número significativo de ítems, los resultados pueden considerarse no válidos, y puede ser necesario volver a aplicar la prueba.
En los casos en los que no se dispone de software especializado, la calificación manual del MMPI-2-RF se realiza utilizando plantillas de calificación, lo cual es un proceso laborioso y más propenso a errores humanos. Este método implica colocar plantillas transparentes sobre la hoja de respuestas y contar manualmente las coincidencias entre las respuestas del participante y los ítems que corresponden a cada escala. Luego, se calculan las puntuaciones brutas que más tarde deben convertirse en puntuaciones T mediante tablas normativas. Este proceso, aunque efectivo, es largo y requiere una gran atención al detalle. El riesgo de errores es considerable, ya que un simple descuido al contar o interpretar las respuestas puede afectar las puntuaciones finales, lo que podría llevar a conclusiones incorrectas sobre el perfil del individuo.
Una vez que las respuestas han sido calificadas, ya sea manual o automáticamente, las puntuaciones se transforman en puntuaciones T, que son las que se utilizan para interpretar los resultados. Estas puntuaciones se generan comparando las respuestas del participante con las normas establecidas, permitiendo así al evaluador situar al individuo en relación con la población general. Además, se calculan automáticamente las puntuaciones para las diferentes escalas que componen el MMPI-2-RF, incluyendo las escalas de validez y las escalas clínicas. El uso de software especializado simplifica enormemente este proceso, eliminando el riesgo de errores comunes en la calificación manual.
Uno de los componentes esenciales de la calificación es la revisión de las escalas de validez, que determinan si el perfil generado es confiable. El MMPI-2-RF incluye varias escalas de validez, como las que miden la inconsistencia (VRIN y TRIN), exageración de síntomas (F, Fp) y minimización (L y K). Estas escalas permiten al evaluador identificar si el participante ha respondido de manera honesta y consistente o si ha intentado manipular los resultados. En caso de que las escalas de validez revelen respuestas inusuales, como intentos de exageración o negación de problemas, esto debe ser considerado antes de interpretar las escalas clínicas.
Finalmente, una vez obtenidas las puntuaciones de las escalas clínicas, se procede a la interpretación detallada del perfil del participante. Las puntuaciones T de estas escalas indican la presencia de rasgos de personalidad o síntomas clínicos relevantes, como desregulación emocional, problemas de pensamiento o tendencias antisociales. Tras esta interpretación, el profesional encargado de la evaluación redacta un informe integrando los resultados, destacando las áreas de mayor preocupación o interés clínico, y ofreciendo recomendaciones específicas según el contexto (clínico, laboral, forense). Es fundamental que este proceso sea llevado a cabo por un profesional capacitado, ya que una mala interpretación puede llevar a conclusiones incorrectas sobre la salud mental o la personalidad del participante.